La Reencarnación y las Eras del Mito Humano Distópico
La Reencarnación y las Eras del Mito Humano Distópico
El ojo oculto del mito opera el ritual del nacimiento en alguna esfera del tiempo. En la primavera, la semilla se contrae, actuando desde lo invisible, dentro del mito impersonal del cosmos. El universo, en su antitiempo, elucubra la panspermia: la imaginación de la raíz donde todo lo que ha de suceder ocurre, y todo cuanto existe se hace real, viviendo primero en la inexistencia, es decir, fuera de la mente y de la visión fractal.
Así, la semilla emana suavemente, descendiendo paulatinamente desde la sustancia cosmogónica, desde lo oculto hacia lo manifestado. Entra la sombra de alguna materia ignota, del espacio y del tiempo. Lo vemos cuando el universo de la creación codifica en el tejido social, en lo colectivo. Digamos que no escogemos el formato y lo interpretemos al estilo de Platón y su mito de la caverna: vemos las sombras de las cosas. Así ocurre en cada ser viviente donde mora la reencarnación de las eras del mito humano distópico; así, el rostro patriarcal de la sombra vive.
El alma, al descender a estas dimensiones, trae su linaje, su único y verdadero nombre, infinitamente negado por la naturaleza de los ojos que solo ven sombras, nublados por una tenebrosa conciencia, en un autoengaño por delirio y automartirio. Al mirar el rostro distópico del absurdo infinito, se le sub-comunica a subordinarse a un nombre. Y el alma, en lo profundo, antes de entrar en esta materia, prescribe:
“No elegimos nuestro nombre,no elegimos el país donde nacemos, crecemos y morimos,no elegimos a nuestros padres,no elegimos ni siquiera nacer.Tenemos sangre que no elegimos,una historia que no elegimos,hermanos que no elegimos…¿Qué elegimos por nosotros?”, —pregunta el alma.
La semilla del mito carga las esperanzas y decepciones de toda la existencia, en todos los formatos de la imaginación del que imagina. Así, la emanación desciende hasta la formación, y es ahí donde documentamos el viaje de las generaciones.
Su legado es la mitología heredada del pasado, del profundo universo que se ha creado a sí mismo. En la crisálida, incluso el más asqueroso de los gusanos se amalgama para salir reinventado, fusionando su genética con la mitología cultural y su marco mítico que da forma al desarrollo personal. El alma debe desaprender el patrimonio heredado de las generaciones frágiles del colectivo humano.
Los seres susceptibles, con fragmentos esparcidos como estrellas infinitas en el universo, buscan la mano que levante el reflejo distópico, que recoja las arrugas del tiempo, las incoherencias brillantemente sostenidas. Si el alma lo posee todo, si todo lo tiene, ¿por qué aparece la distopía?
“¿Quién soy yo?”, pregunta —una pregunta naturalmente frágil que daña la identidad.Básicamente, es la pregunta del colectivo.Segunda pregunta: “¿A dónde voy?”, —el sentido de la orientación distópica.Siendo un alma eterna, que conoce todas las verdades,nada le es oculto, nada le es desconocido,nada la sorprende, nada se le esconde.
El éxito de ser genuino reside en estar inclinados al perfeccionamiento constante, sabiendo que jamás perfeccionaremos. En este escenario, en el laboratorio de la tenebrosidad de la mente humana, surge la tercera pregunta:
“¿Por qué voy ahí?” —la pregunta del propósito.
El alma no necesita ninguna creencia religiosa, ni sistemas de reencarnación, para saber morir sin arrepentimiento; el alma no está tejida y narrada por la voz exterior, ni por la aprobación del tejido colectivo: ustedes narran su mundo, yo he creado el mío.
✦ Escrito por C Raul Fernandez · Código Colectivo ✦
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