De Revolutionibus Orbium Coelestium
El 14 de Febrero de 1473 en el albor tenebro de la Babilonia Papal, se afirmaba que el orden divino y la prosperidad hacia un código colectivo humano trascendente bajo la luz de la noche de los tiempos cifrada y descodificación 8 + 10 + 300 + 40 = 358 de la palabra מיחש (Mashiaj, que significa Mesías), se erigieron los templos y la inquisición con huesos y piel.


La profunda ciencia “geocentrista” El mundo gira en torno a la tierra.
El centro del universo siempre ha sido verdaderamente la dimensión de Assiah (dimensión del reino terrenal) por su código colectivo, la necesidad de tener un techo, la necesidad de tener un abrigo, la necesidad de estar sano y sobre todo la necesidad de sobrevivir a las colosales hogueras, el colectivo al ver el fuego y el fósforo blanquecino estelar, ni el acero, ni el fuego, ni el hambre despojan a la luna de su pueblo.
Si la tierra se moviera las montañas caerían, los mares se agitarían y las ciudades caerían bajo el designio del espectro de la guerra Santa. Los hijos del viento y la pólvora siembran esperanza en suelo cercado.

El Cartógrafo del Cosmos aun frente a las amenazas de las hogueras en su manifiesto presenta la aversión de la realidad oculta, velada tras los dogmas eternos y verdades impuestas por el brillo del fósforo, sobre la noche eternal son las flaman que sobrecogen la mañana alimentan las hogueras humanas, aún así, sigue el crimen aún penado por la balanza universal de la justicia…. haya aquí o haya allá, las salas de audiencias del planeta.

Nicolaus, el Hereje del Firmamento revelaba no sólo que la Tierra se desplazaba en humilde servidumbre alrededor de un monarca ígneo y distante, sino que este astro solitario era la clave secreta de enigmas mucho más profundos, verdades eternas escondidas en las sombras de un universo gobernado por leyes filosóficas y científicas más allá del entendimiento permitido en aquella época de siega distopía.