Areópago del principe Arabe
El príncipe Ahriman, viejo y desdichado, mueve el poder de su mano y los cuatro poderes. Levanta su vigor, desenvaina su espada exclamando:
“¡Al-Qaum!” Resplandece su brillo como tal rey visto en el eclipse.

El sigilo nocturno resguarda las caravanas de los viajeros hacia la moderna ciudad ilusoria de Petra, o la nada, desde el antiguo mundo neural colectivo. El filo ilumina su rostro, el doble filo del poder, soberbia y caos, desde el trono del reino, la ilusión cancerígena.
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